Thursday, May 15, 2014

Calígula, mi conejo

Yo tenía un conejo, se llamaba Calígula. Era un buen conejo, un buen ser, pero padecía de un desorden de identidad. El hijo de la chingada.

En una ocasión estábamos viendo un documental de National Geographic sobre la cacería de las leonas africanas; yo creo que por ver eso y por tener ese nombre, Calígula, se trastornó todavía más. Lo del nombre es mi culpa, la cual asumo por completo.

Comenzó a arrebatarme mis raciones de carne, porque ahora se sentía cazador y carnívoro. El hijo de la chingada; un buen conejo, empero.

Era un cabrón astuto, porque mientras yo me comía un filete, Calígula se ponía a darme masajito en los pies con su pelo de algodoncito; yo cerraba los ojos de placer, y en ese instante me hurtaba el filete. El hijo de la chingada, bendito conejo.

Llegó a tal grado el dominio carnívoro de este conejito, que durante una temporada comí solamente las lechugas, las zanahorias y los rábanos de Calígula, mientras él se revolcaba en una orgía de carne.

Al final, Calígula estaba tan demente que no supo que hacer con demasiada compulsión carnívora, que terminó devorándose a sí mismo. Y desapareció.

El muy hijo de la chingada.

                                                    (Yuan Charles)


No comments: